Madrid, España. – Grigor Dimitrov no solo venció al británico Jacob Fearnley en el Masters 1000 de Madrid, también se impuso a una situación atípica que interrumpió el torneo: un apagón eléctrico que dejó en pausa su partido por varias horas y complicó el regreso de los jugadores a sus hoteles.
El encuentro, que se reanudó con éxito al día siguiente, terminó con triunfo para el búlgaro, quien reflexionó en rueda de prensa sobre la experiencia vivida: “No tuvimos electricidad hasta bastante tarde, pero al final no fue de gran importancia para mí. Aunque me dormí, tenía la cabeza en el partido que no se pudo acabar. Eso fue para mí la parte más difícil”.
Dimitrov resaltó que este tipo de incidentes ponen las cosas en perspectiva. “Podía haber pasado en cualquier lugar; hubo gente que se quedó colgada diez horas, limpiando ventanas por fuera. Nosotros estamos, de alguna forma, en un lugar seguro y nos cuidaron de la mejor manera posible”.
El apagón generó caos logístico: “Fue difícil volver a los hoteles, pero todos lo vivimos sin excepción. Algunos jugadores llegaron tarde, muy tarde, y ni siquiera pudieron cenar. Yo fui de los privilegiados, tardamos tres horas en regresar. Pero estaba más o menos bien”.
Lejos de mostrarse frustrado, Dimitrov reflexionó con madurez: “Cuando era niño y crecía, teníamos cortes de luz constantemente. Así que intenté verlo desde esa perspectiva y, en cierto modo, estoy preparado para situaciones como estas”.
Con más de una década en el circuito, el ex número tres del mundo considera que ha desarrollado herramientas mentales para adaptarse. “El tenis ya es un deporte muy difícil desde el punto de vista mental. Si le añades algo más, se vuelve aún más complicado. Pero después de tantos años siento que he aprendido cómo afrontarlo desde una perspectiva diferente”.
Y cerró con una frase que lo resume todo: “Al final, es el juego”.
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